Unforgettable.


Llegaba de un largo día de trabajo, de gritos de mi jefe y de miradas molestas por la calle. Estaba cansado y sin energía para la noche. 
Cualquier hombre normal tomaría un viernes como el pasaje perfecto y directo para el trago, las mujeres, y un buen fin de semana, o por lo menos el inicio de ella pero bueno, desde pequeño supe que no sería como los demás. 


Eran ya pasadas las 9 de la noche, yo llegaba a mi calle, con el peso de los trabajos golpeando mi espalda y el sonido del reloj a punto de hacerme gritar. Odio con mi alma ese estúpido y ruidoso aparato.
En fin... Yo sigo con mi vida, como si no fuera a ser lo mismo en dos días.


Subía las escaleras del edificio donde vivo cuando, sin aviso, oí como alguien corría con tanta rapidez que no pude evitar mirar de qué se trataba: 
Una mujer descalza, con los pies sucios, uñas pintadas de color rojo, interiores de calaveras negras, con una camisa de hombre envuelta por la cintura dejando sus senos a la vista sin darse cuenta, un par de tenis cafés colgaban de sus manos junto con un pantalón y un esqueleto, tenía el cabello medio liso medio crespo suelto por sus hombros, color negro intenso y su espalda, parecía salpicada de lunares... Pude ver el color de sus ojos, azules como el cielo. Nunca en mi vida había visto a una mujer tan hermosa como aquella y creo que jamás la volveré a ver.
Al pasar a mi lado pude escuchar como reía... Era esa risa de travesura, como si la viniera persiguiendo la mamá después de robar un dulce a los 8 años. Y también fue la sonrisa más hermosa que he escuchado.


Bajó corriendo, apurada, sonriendo, como si no le importara qué pudiera decir el mundo. 
Al llegar a la puerta, me miró con una mirada misteriosa y alegra y llevo su dedo índice a su boca: 'ssshhh...' escuché, me guiñó un ojo y salió del apartamento y de mi vida para siempre.


No sé si pasaron segundos o minutos desde que la vi salir hasta el momento en el que salí del enredo de mis pensamientos y escuché a un hombre gritando desde el cuarto piso.
-¡Ángel! ¡Ángel! ¿Ha visto a una mujer de cabello negro?-me preguntó- Sí, claro... Hace un momento... Se fue-le dije. 'Ángel'... Qué nombre tan conveniente.
Y ambos nos recostamos sobre la pared, mirando al techo, seguros de que jamás la volveríamos a ver.

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